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La alfalfa, un cultivo primordial en nuestro entorno

29-04-2022


La alfalfa, un cultivo primordial en nuestro entorno

Si pensamos en los cultivos más comunes del Camp d’Elx, probablemente no tengamos la alfalfa en mente. Sin embargo, esta hierba fue un elemento fundamental en todo nuestro entorno rural hasta hace relativamente poco tiempo, además de uno de los más abundantes.


Su finalidad no era el consumo humano, pero no por ello tenía menor peso, ya que estaba destinada a alimentar a un amplísimo rango de animales que se tenían en las casas por una u otra razón, como aquí veremos.


El cultivo de la alfalfa se adapta perfectamente a las condiciones de nuestro agro, resistiendo muy bien la sequía, y además asegura forraje para varios años, pudiendo cortarse varias veces al año y volviendo a rebrotar constantemente. Por lo tanto era un recurso generoso, que proporcionaba forraje para todos los animales de la casa y que, además, era muy beneficioso para el suelo, aportando nitrógeno principalmente.


Era la comida principal de los animales de tiro: vacas, mulas, caballos, burros… pero también de animales destinados a la carne como cerdos o conejos, por su extraordinario aporte de proteínas. La costumbre era fer herba (‘hacer hierba’) diariamente, esto es salir al bancal de la alfalfa y cortar un haz abundante, que se pondría en los comederos del corral o en el pesebre de la cuadra para que los animales la consumieran. Su frescor era tal que existía la costumbre de no ponerle agua a los conejos, ya que de la misma hierba obtenían la hidratación necesaria, pensando que desarrollaban enfermedades por exceso de líquido.


También encontramos que la alfalfa se les ponía a las aves de corral, a las que, con el fin de evitar atragantamientos, se les cortaba en trozos más pequeños con unas guillotinas llamadas ‘degolladoras’, de las que nuestro museo conserva varios ejemplares, o simplemente con una corvilla sin mango colgada en la pared del corral, con el filo hacia arriba.


La alfalfa también se secaba para almacenarla o para venderla, no solo en el entorno rural, ya que en las casas de planta baja y patio que abundaban en el casco urbano, también se criaban pequeños animales como conejos y pollos, a los que se alimentaba con esta hierba seca.


Para segar grandes cantidades de alfalfa se usaba la dalla, una herramienta grande, con un gran filo curvo, con la que se ahorraba tiempo y esfuerzo en la siega. También encontramos un ejemplar en nuestras salas, concretamente en el aspecto dedicado a la trilla.


Si bien este cultivo no ha desaparecido del todo de nuestro paisaje, es cada vez menos abundante. Ya no se crían tantos animales como antiguamente en nuestras casas y por lo tanto no es necesaria una gran producción de esta hierba. Sin embargo, encontramos que la globalización y los nuevos hábitos de consumo aseguran la continuación de su siembra. Dos ejemplos: una multinacional de Emiratos Árabes ha invertido en grandes plantaciones y deshidratadoras de alfalfa en el Delta del Ebro, para alimentar a las yeguadas de los países del golfo pérsico; por otra parte la alfalfa es un cultivo muy preciado en la agricultura ecológica, por enriquecer el suelo y por su aportación a la conservación de la biodiversidad de los territorios, amén de las propiedades de su germinado para el consumo humano: desintoxicante, extraordinario en aporte de vitaminas y rico en calcio.


Autor: José Aniorte, gestor cultural del Museo Escolar.

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